Sigue siendo totalmente necesario releer y en este caso compartir, a Constance Kamii.
Aunque el libro está orientado a la etapa de primaria, creo, dado que ya desde infantil se trabaja la aritmética, que sus reflexiones son interesantes para todas las etapas.
En él, su autora elabora tres razones de por qué los niños tienen que
reinventar la aritmética.La primera se basa en el decepcionante resultado que tiene la tradicional forma de enseñanza de la aritmética.
La segunda razón es que cuando los niños reinventan la aritmética llegan a ser más competentes que los que han aprendido con el método tradicional.
La tercera razón está tan bien explicada y es tan contundente que no puedo dejar de citar textualmente a Kamii:
“La tercera razón reside en que los procedimientos que los niños inventan surgen de lo más profundo de su intuición y de su manera natural de pensar. Si favorecemos que ejerciten su forma genuina de pensar, en lugar de exigirles que memoricen reglas que para ellos carecen de sentido, desarrollarán una base cognitiva más sólida y una mayor seguridad. Los niños que se sienten seguros aprenden más a largo plazo que aquellos que han sido instruidos de un modo que les hace dudar de sus propios razonamientos.”
Aunque cada una de las razones por sí mismas tiene suficiente peso, se me antoja que la tercera razón nos está hablando de algo tan profundo e importante como la autoestima de los niños.
Es más importante aprender pocos conocimientos con la seguridad de que podemos aprender más si nos lo proponemos, ya que somos personas capaces y con confianza en nosotras, que aprender muchas cosas desde la inseguridad que produce el no confiar en el propio razonamiento.
Si cada uno de nosotros rescata un área donde haya aprendido con inseguridad, tendrá el registro personal de cómo se siente ese niño cuando aprende de manera insegura, fijándose en qué o cómo tiene que decir o escribir algo en lugar de descubrir ese algo.
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